Friday, January 15, 2010

Koldo Izagirre: "Izquierdas vascas de ayer y hoy"

Existen los condenados de la tierra y existen los olvidados de la historia. A veces son los mismos. Curiosamente, los olvidados suelen ser, por lo general, aquellos que intentaron hacer historia.

Hacer historia, cambiarla.

Aquellos condenados y olvidados de la historia soy hoy tierra y conciencia.

Y de la tierra van surgiendo sus huesos de más de medio siglo, sus huesos recuperados por las manos de la memoria.

No son huesos, son pruebas, documentos de la tierra sin nombre, de la fosa común, del asesinato impune, del olvido programado, del polvo.

Padre polvo que vas al futuro,
Dios te salve, te guíe y te dé alas,
padre polvo que vas al futuro.

El polvo tomó alas, llegó al futuro, este presente. Y seguirá volando a los presentes de mañana desde los pueblos bombardeados, como pedía César Vallejo, el gran poeta peruano, en el Redoble Fúnebre a los Escombros de Durango.

Polvo, huesos, masa casi anónima para recomponer la memoria saboteada.


Euskal Herria vivió su primera experiencia política adulta en los años 30 del siglo XX.

Aquellos años de lucha por una sociedad igualitaria, de socialismo en el poder, de alternancia burguesa, de fundación del partido comunista, de resistencia al alzamiento fascista, de solidaridad internacional, de soledad frente a la maquinaria de guerra nazi, de derrota, de exilio, de represión, de cárcel, de sentencias sin juicio y de juicios sin defensa, de ejecuciones al alba, de miedo, de muerte. Y de resistencia, otra vez.

Hombres y mujeres, dirigentes y humildes militantes participaron del mismo ideal: una Euskal Herria libre y socialista.

Bombardeados y reducidos a polvo, han esperado toda esta vida de muertos para que Euskal Herria venga a su encuentro.

Poco a poco, venciendo obstáculos legales y políticos, con sus huesos vamos recuperando también sus alas: un ideal de libertad y justicia social.

Por eso, en estos tiempos de dominación ideológica capitalista y de conformismo social que descalifican todo intento de transformación, consideramos que es un deber de memoria histórica y de conciencia política dar a conocer el legado personal y generacional de aquellos luchadores que se enfrentaron hasta las últimas consecuencias a las fuerzas del poder totalitario.

Monumentos y homenajes son necesarios para la transmisión de la memoria.

Pero la memoria activa se transmite en el conocimiento de aquellas luchas, en su proyección al presente.

Porque la historia está llena de causas que no triunfaron y que han hecho avanzar a la humanidad.

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